La noción de verdad es una arrogancia humana y su invocación casi un acto de poder que aleja y falsea la realidad. Hay que derribar esa deidad y propagar el culto de la incierta y sugerente realidad con la ayuda de la abstracción y de la fotografía. En puridad ambas herramientas no desvelan la realidad, pero la acercan y ofrecen de ella certezas relativas, provisionales y verificables. Es decir conocimiento.
|
Aunque la fotografía ofrece la espléndida superficialidad de las cosas, su asociación con la noción de verdad ha derivado en confusión. La fotografía se refiere más a parámetros dérmicos y verificables de la realidad que a las emociones provocadas por su percepción. Sus iconos reflejan la realidad pero, por grande que sea su fidelidad, por mucho que se exalte su autenticidad, los iconos no son la realidad y menos aún la verdad.
|